viernes, 10 de abril de 2009

Castidad masculina


Se puede catalogar la virginidad de un hombre y una mujer como el hecho de no haber sostenido relaciones sexuales. La diferencia para la mujer es que la virginidad es más un hecho anatómico (pérdida del himen), y para el hombre es un hecho conceptual, es decir un ideal de vida.



En el caso del varón, se habla también de castidad para señalar la ausencia del sexo y de placeres sexuales. Aunque suene raro, aún existen hombres que trazan la virginidad como un objetivo de vida. Son aquellos que no han tenido un acto, contacto, coito (penetración pene-vaginal) con alguna mujer.

Pero desde mi experiencia personal, la virginidad masculina puede atentar contra la fisiología espontánea y natural, y en algunos casos contra el lenguaje y el vínculo que significa la sexualidad plena en pareja. Cuando llega el momento en que un hombre decide entonces que sus deseos fluyan, se encuentra parametrado por sus convicciones asumidas durante la vida. No surge la comunicación y se inicia una inexplicable disfunción sexual y el deterioro en algunos casos de la relación de pareja.

Surge entonces la necesidad de recibir una terapia para lograr esa compenetración, que les permitirá a ambos romper el hielo para que comience a fluir la libertad de sentimiento y de pensamiento. La virginidad se presenta entonces como una opción de vida, pero queda claro que el hombre puede tener perjuicios futuros que deberán ser asumidos.

Es decisión de cada varón, dependiendo de sus convicciones familiares, personales y religiosas, optar por la virginidad. No obstante, es importante reflexionar sobre este tema, no sublimarlo y optar por la mejor opción con absoluta libertad que cada uno considere válida para su vida.

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